Estaciones de servicio hacia una nueva normalidad
Septiembre 30, 2020 | Escrito por Johan Mejia
Articulo elaborado para la Revista Premium de FECEC.
Soy orgullosamente
un distribuidor de combustibles y energéticos desde hace más de 12 años, como
muchos de los lectores de esta revista, y así como a muchos de ustedes, esta
emergencia sanitaria me cayó sin previo aviso como una ráfaga de locura.
Al principio
no lo tomé muy en serio, y, de hecho, estaba completamente seguro de que esto
sería una crisis pasajera que pasaría en cuestión de días, o a lo sumo en unas
cuantas semanas. Incluso, los primeros
días llegue a tomarlo jocosamente como unas merecidas vacaciones.
Que equivocado
estaba.
Con el paso de
los días, comencé a seguir más de cerca el desarrollo de esta crisis que,
súbitamente se convirtió en una guerra mundial contra el ‘enemigo de la
humanidad´, como lo catalogó Tedros Adhanom, director de la Organización
Mundial de la salud (OMS).
Es tal la
magnitud de lo que estaba ocurriendo, que el presidente de Francia Emmanuel
Macron les dijo a sus ciudadanos que su país estaba en guerra contra un enemigo
invisible, e incluso, la canciller Angela Merkel les dijo a sus coterráneos que
Alemania enfrentaba su peor desafío desde la segunda guerra mundial.
En ese punto
de la crisis, me di cuenta de que esto iba más allá de unas declaraciones
desesperadas, por el contrario, era el reflejo de que probablemente habíamos
alcanzado un punto de inflexión en la historia de la humanidad.
Muchas
preguntas comenzaron a invadir mi cabeza ¿Qué será de mi vida, la de mi
familia? ¿Qué va a pasar con mi estación de servicio, nuestros colaboradores y
sus familias? ¿Cuánto va a durar esto, seis meses, un año, o más?
De repente, el
miedo y la fragilidad se hicieron parte de mí, y por fin pude darme cuenta de
que estaba viviendo uno de los momentos más escalofriantes, desafiantes e
inciertos de mi vida. Desesperadamente
buscaba respuestas y justificaciones para volver a la normalidad lo más pronto
posible, pero la interrupción de todo lo que daba por hecho, a la fuerza, me
hizo entender de que esto era la puerta de entrada a una “nueva normalidad”, y
que muchas cosas a partir de este punto jamás volverían a ser como antes.
¿Qué si hay
alguna lección detrás de todo lo que está sucediendo? Por su supuesto, poco a
poco con el pasar de los días, he ido aprendiendo que todo lo establecido puede
cambiar, el poder de lo invisible y la magia de lo simple.
Este artículo
es el reflejo de la búsqueda exhaustiva de respuestas a estas preguntas,
esperando que sea un recurso útil, no solo para los distribuidores de combustibles
y energéticos del país, sino también para cualquier persona o empresario que
busque entender los desafíos y oportunidades que nos esperan.
Si, el
COVID-19 llegó para quedarse e impulsará la próxima avalancha de cambios en el
mundo
Las crisis, como
las pandemias o las recesiones económicas, son grandes puntos de inflexión en
la historia, que han cambiado la trayectoria de imperios, economías y empresas. El brote de la peste negra en el siglo XIV, que
acabó con la vida de decenas de millones de personas en Europa, Asia y África, provocó
una profunda transformación de la estructura social, económica y religiosa de
la época.
La gran tasa
de mortalidad y las corrientes migratorias provocadas por esta pandemia, ocasionaron
una dramática caída de la mano de obra disponible en el campo, lo que según el
reconocido biogeógrafo Jared Diamond, obligó a los propietarios a arrendar sus
tierras o pagar salarios a los que habían sobrevivido para que las trabajaran,
lo que debilitó el sistema feudal, al tiempo que las clases burguesas
acumulaban más capital, y dio pie a esfuerzos tecnológicos con el fin de
sustituir la fuerza de trabajo desaparecida. Esto trajo consigo nuevas
tendencias, como el Renacimiento y la creación del estado moderno.
Pasando rápidamente
a épocas más recientes, la pandemia del SARS durante el año 2003 contribuyó al
nacimiento del comercio electrónico en China, catapultando el crecimiento
exponencial de la empresa Alibaba, que hoy por hoy es la plataforma de comercio
electrónico más importante de Asia.
La crisis
financiera del 2008 también produjo cambios disruptivos, ya que muchos países
quedaron mermados, con economías débiles y altos índices de desempleo. Y fue en este contexto, que en el año 2010
nace el modelo de la economía colaborativa, un modelo horizontal e innovador
que continúa abarcando cada vez más ámbitos de la sociedad y de la vida
cotidiana de millones de personas en el mundo, dando la oportunidad de
compartir recursos subutilizados, estableciendo un entorno simple de
interacción entre oferentes y demandantes a través de plataformas tecnológicas. Allí nacieron algunos modelos de negocio muy
exitosos – y polémicos - como Uber y Airbnb, entre muchos otros.
Regresando a
nuestra época, cada vez está más claro que nuestra era estará definida por un
cisma fundamental: El periodo AC y DC (antes y después del Coronavirus) y la
nueva normalidad que surgirá en la era post COVID-19.
Un mundo en
modo remoto y capitalismo digital
El coronavirus
estimuló el mayor experimento de teletrabajo a escala mundial y lo implantó
como una posibilidad para millones de personas.
Y no se trata solamente de esto, el cambio a “modo remoto” se está
acelerando a una velocidad vertiginosa. Reuniones de amigos y familiares, y de
trabajo, eventos masivos y educación se están pasando 100% en línea.
Gracias a
esto, es muy probable que los individuos terminen formando una identidad
digital, desarrollada mediante estas interacciones virtuales. De hecho, el concepto de home office o
teletrabajo evolucionará al de Smart Working o trabajo inteligente, que
estará soportado por tres cimientos: movilidad y flexibilidad horaria, trabajo
en equipo y el uso de nuevas tecnologías.
El impacto de
este cambio ya se ve reflejado en Colombia que, de acuerdo con la Comisión de
Regulación de Comunicaciones (CRC), ha sufrido un incremento del 38.8% en el
tráfico de Internet, desde que inició la cuarentena. Esto obedece en gran parte al aumento en el
consumo de streaming de video, no solo de servicios de videos bajo
demanda, sino también al uso de aplicaciones de comunicación como Skype,
Meet, WhatsApp, Zoom, Webex, entre muchas otras.
En toda crisis
hay ganadores y perdedores, y sin duda aplicaciones como Zoom – solo para citar
un ejemplo – es una de las grandes ganadoras, y las cifras son abrumadoras,
pasando de tener 10 millones de usuarios activos a finales del 2019 a superar
los 200 millones a finales de marzo de este año. Durante la expansión del coronavirus, esta compañía
ha logrado una capitalización total superior a los 44 mil millones de dólares,
catapultando a su principal accionista Eric Yuan a la lista de las ‘personas más
ricas del mundo’ con una fortuna estimada de 5.500 millones de dólares.
Uber, por su parte,
tiene un valor estimado de $68.000 millones de dólares, no solo por conectar a
conductores y usuarios que buscan viajes seguros, sino porque posee el mayor
conjunto de datos de oferta y demanda de transporte de personas en el mundo.
En términos
económicos, esto confirma que los datos son para este siglo lo que el petróleo
fue para el siglo XX: un motor de crecimiento y cambio. El inmenso flujo de datos ha creado una nueva
infraestructura, nuevos modelos de negocio, nuevos monopolios y nuevas políticas. Esta nueva materia prima, se extrae, se
refina, se valora, se compra y se vende de manera diferente.
¡Bienvenidos
al capitalismo digital!
Para las
estaciones de servicio el corto plazo es fundamental, pero el foco en el
mediano y largo plazo puede marcar la diferencia entre sobrevivir o no a esta
nueva normalidad
Para muchos de
nosotros, los eventos más impactantes a nivel mundial fueron los ataques
terroristas del 11 de septiembre de 2001 y la crisis financiera del 2008. El mundo cambió a partir de ese punto y jamás
volvió a ser como antes.
No obstante,
proyecciones como las del Fondo Monetario Internacional (FMI) dejan a la vista
la gravedad de esta crisis. Su directora
gerente Kristalina Georgieva, el pasado 9 de abril, se atrevió a vaticinar que
esta será la peor recesión desde la gran depresión de los años 30 del siglo
pasado, y asegura que “esta es una crisis como ninguna otra “, recordando que
hace tres meses se preveía que más de 160 países verían crecer sus economías a
lo largo del 2020 y ahora, en cambio, la perspectiva es que 170 países entren
en recesión durante este año.
Según este
organismo, la economía global se contraerá alrededor de un 3% en 2020. Por supuesto, que esta contracción dependerá
de factores como las acciones que cada país tome para manejar la crisis del
COVID-19.
Sin duda, las
estaciones de servicio son uno de los sectores de la economía más afectados por
esta emergencia sanitaria, debido a la reducción de la demanda de combustibles,
que, según registros del Ministerio de Minas y Energía en Colombia (MME), presentó
una disminución del 63% para el caso de la gasolina motor corriente y de un 52%
para el Diesel, debido a la entrada en vigor del aislamiento preventivo
obligatorio en el país.
Esta
disminución se encuentra directamente ligada a la reducción del tráfico
vehicular, que según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para el 15 de
abril se había reducido en promedio 66% en Colombia, 62% en Argentina, 50% en
Chile, 47% en Brasil y 45% en México; siendo mayor el impacto en las zonas
urbanas, donde ciudades como Bogotá han visto una reducción del 72%, Lima 73% y
Sao Paulo y Buenos Aires 63% respectivamente.
En el corto
plazo, esto puede verse reflejado en un daño de proporciones catastróficas para
un sector que, desde antes de la pandemia, ya viene experimentando año tras año
un declive en las ventas al consumidor y perdida general de rentabilidad,
consecuencia en gran parte, debido al número de estaciones de servicio que ha
crecido un 20% en los últimos 9 años – acompañado de la creciente normatividad
para poder operar -, no solo en Colombia, sino también a nivel mundial.
Bajo este contexto,
hay que tener en cuenta que algunos de los cambios que veremos durante este
periodo de tiempo serán respuestas directas para afrontar la crisis inmediata. Sin embargo, muchos de estos cambios permanecerán
y les darán forma a las empresas de todos los sectores de la economía durante
las próximas décadas.
No hay que
perder de vista que los patrones de consumo y movilidad se encuentran en un
periodo de transición, gracias a la modificación de hábitos que están
experimentando las personas durante la etapa de confinamiento. Sumado a esto, se prevé, por lo menos
inicialmente, que haya tendencia hacia el consumo racional y enfocado al
ahorro, así como el crecimiento del teletrabajo, el comercio electrónico y la
educación virtual, lo que traerá como consecuencia una lenta recuperación de la
demanda de combustibles durante lo que resta del 2020, y probablemente más
allá.
Del
aislamiento al alistamiento
La ´nueva
normalidad´ para muchas estaciones de servicio traerá como consecuencia obligada
el cambio del paradigma de un negocio “familiar”, al de una empresa con
esquemas de gobierno corporativo, planeación estratégica, buenas prácticas de
innovación, indicadores de gestión, entre otros, que la lleven a otro nivel de
profesionalización y especialización para garantizar su sostenibilidad en el mediano
y largo plazo. Las que no logren
adaptarse a este cambio, estarán expuestas a ser absorbidas por empresas más
grandes, o peor aún, salir del mercado.
Este es el
mejor momento para comenzar a cambiar la mentalidad predominante en el sector. Es
ahora o nunca, hay que dejar de gestionar el negocio de manera aislada,
entendiendo que, la estación de servicio se encuentra inmersa dentro de un
ecosistema empresarial: Cadenas productivas, clústeres, redes, gremios y
cámaras de comercio en las cuales se debe apalancar, buscando generar soluciones
colectivas en lugar de individuales.
Después de
esto, es muy importante que se enfoque en cinco temas principales:
-
Salvaguardar la salud de
sus colaboradores: La máxima prioridad será implementar los protocolos de
Bioseguridad establecidos por el Gobierno Nacional para operar de manera
segura.
Procure ser consistente en todos sus mensajes. Entregue los mensajes con confianza,
compasión y optimismo: como mantenerse a salvo, y los posibles impactos de las
medidas de protección, como trabajar juntos y garantizar que todos estén
enfocados en lo que es más esencial para el negocio y sus clientes.
La confianza y el optimismo de sus colaboradores estará
determinada en gran medida por la rigurosidad y eficiencia con la que sean
implementados los nuevos estándares de bioseguridad.
-
Brindar a sus clientes garantías
de seguridad para restaurar la confianza: En la
medida que la economía se vaya reactivando, y las medidas de confinamiento se
vayan flexibilizando, los clientes estarán más sensibles frente a los temas de
salud y entornos seguros, por lo que serán mucho más exigentes.
Comunique de manera proactiva a sus clientes sobre las medidas
implementadas (sean visibles o no), mostrando la aplicación estricta de los
protocolos de bioseguridad.
Asimismo, debe crear las condiciones para brindar una experiencia segura
para sus clientes, como, por ejemplo: señalización con la aplicación de los
protocolos, gel antibacterial en las islas de combustible, adecuación de nuevos
métodos de pago sin contacto.
-
Controlar las variables
claves del negocio: Tómese el tiempo para conocer
los números más importantes del negocio para gestionar y medir correctamente la
salud económica del mismo. Es decir, que
más allá de preocuparse por cuántos galones de combustible vende al mes, desarrolle
indicadores para medir variables como la rotación de cartera, la generación de
nuevos clientes, el nivel de gastos, la gestión de costos fijos y variables,
para poder determinar con mayor claridad si está lejos o cerca de alcanzar el
punto de equilibrio de su operación.
-
Fortalecer la caja: Lo cual implica analizar su flujo de caja diario, semanal o
mensual para determinar con claridad cuánto dinero está generando y cuanto
realmente ingresa al negocio, y si finalmente este ingreso es superior a los
gastos de la operación. En tiempos de
crisis, es fundamental definir las prioridades en que gastar y donde invertir
los recursos disponibles.
-
Liderar: Reconocer que está enfrentando una crisis es el primer paso. Es un
paso difícil, especialmente cuando las cosas están cambiando a diario, o
incluso cada hora. La realidad de hoy
probablemente es muy diferente a la de ayer, y muy diferente a la de la semana
pasada. Esto le exige estar informado,
ser flexible, adaptable y estar dispuesto a tomar decisiones difíciles. Eso significa, hacerse cargo de su
responsabilidad como dueño del negocio y que no es delegable a ningún
administrador o colaborador.
Pregúntese ¿Cómo le gustaría ser recordado? ¿Qué huella le
gustaría dejar? Como líder, sus comportamientos se convertirán en un ejemplo
para los demás. Viva este instante como lo que es: Un momento único y decisivo
para usted, su familia y su organización, y una oportunidad para salir
fortalecido, con vínculos renovados y una consciencia más amplia de su entorno.
Hacia una
nueva normalidad
¿Cómo será
este nuevo mundo para las estaciones de servicio? Nadie lo sabe con certeza,
pero lo que podemos asegurar es que estamos en los albores de una nueva
realidad, y a partir de este punto, seremos testigos de una dramática
restructuración del orden económico y social al que estábamos
acostumbrados. En el futuro cercano,
cuando la situación comience a estabilizarse, comenzarán las discusiones y los
debates sobre lo que podría ser la próxima “normalidad” y como esto moldeará la
vida de las personas y las empresas.
En el corto
plazo, es muy probable que haya una crisis de confianza, lo que podría marcar
el inicio de una nueva forma de relacionarnos con otros y con el mundo que nos
rodea. Hábitos sociales y de consumo
diferentes, y más digitales, traen consigo enormes desafíos, en especial para
las empresas que dependen de grandes volúmenes de gente - de manera presencial
– como restaurantes, cines, teatros, centros comerciales, bares, espectáculos
deportivos y culturales, e incluso estaciones de servicio.
En esta línea
van las declaraciones del director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejia, quien
hace pocos días reveló que, la confianza del consumidor tuvo el indicador más
bajo en lo corrido del siglo XXI, pues cerro en -41% para el mes de abril. La confianza del consumidor mide la
disposición de compra de bienes y servicios, lo que quiere decir que se están
posponiendo los gastos, ya sea porque los consumidores de más altos recursos
han tomado la decisión de ahorrar, y los que no tienen capacidad de ahorro
están viendo un deterioro en sus ingresos.
Debido a esto,
el escenario de crecimiento es de -5% para la economía colombiana este año; y en
el caso particular de la cadena de distribución de combustibles, esto traerá
una oleada de cambios que van desde la reducción de costos al máximo,
incluyendo la disminución de puestos de trabajo, y toma de decisiones con lupa
en temas administrativos, legales, de expansión y nuevos mercados, lo que en
muchos casos representará un viraje estratégico de 180 grados para muchos
agentes de la cadena.
Reinventando
el fuego
A lo anterior,
hay que sumarle la crisis de los precios del petróleo en los mercados
internacionales, debido a la reducción de la demanda energética por la
contracción del consumo de hidrocarburos de las diferentes industrias, como
consecuencia del confinamiento poblacional y el cierre temporal de múltiples
empresas de diferentes sectores de la economía. Adicionalmente, la evidente sobre
oferta en barriles de petróleo disponibles en el mercado, (aún después del
acuerdo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo OPEP de reducción
de la producción mundial de 10 millones de barriles por día para mayo y junio
logrado el 10 de abril). Este panorama ocasionó que el 20 de abril se
presentara un punto crítico en el precio del petróleo West Texas Intermediate
(WTI), de referencia en los Estados Unidos cerrando por primera vez en su
historia en -US$37 dólares por barril asociado a la liquidación de contratos de
futuros de petróleo para el mes de mayo y los límites en la capacidad de
almacenamiento de petróleo.
¿Qué significa
esto? Solo para aclararlo con una analogía: lo ocurrido el 20 de abril equivale
a una situación irreal en la que un cliente llega a una estación de servicio
para llenar el tanque, y la EDS en lugar de cobrarle, le paga al cliente para
que se lleve el combustible porque los tanques de almacenamiento están llenos.
¿Sera esto una
señal del declive de la industria de los combustibles fósiles? Aún es prematuro
afirmarlo, pero expertos del sector no creen que el precio del barril se vaya a
recuperar a los niveles pre COVID-19 sino hasta junio del 2022. Esto depende, en gran medida, de varios
aspectos como: la gestión que se realice a nivel mundial frente al control de
la pandemia, la reapertura económica global gradual que implica un aumento en
la demanda de hidrocarburos, los nuevos recortes mundiales de producción de
petróleo por día acordados que faciliten el sostenimiento del precio, y los
resultados de los avances científicos que ya van en proceso para la generación
de una vacuna que garantice el bienestar poblacional. En ese lapso, el precio
podría estar fluctuando entre $30 y $40 dólares, lo que eventualmente implicará
cambios estructurales para muchas compañías petroleras.
Así que,
mientras la transición energética ya se encontraba en marcha, el COVID-19
parece haberlo acelerado. Aunque el petróleo sigue siendo esencial para la
generación de energía, el transporte y sus subproductos o derivados que son
utilizados para la fabricación de productos plásticos, asfaltos, combustibles,
detergentes, químicos, cosméticos, entre otros; también es cierto que las
energías renovables continúan aumentando cada año su participación en la
generación de energía a nivel mundial.
Será
fundamental entonces, construir ese nuevo futuro sobre la base de los cambios
de comportamiento y las tendencias que emergerán después de esta crisis
sanitaria, que abrirán la puerta a nuevas formas de relacionarse con el entorno
de una manera más eco-amigable con nuestro entorno, y por ende, a la generación
de energía a través de fuentes renovables como el sol, el viento, la geotermia,
entre otras fuentes, y gradualmente comenzar a reemplazar todos los elementos
que usamos en nuestra vida diaria provenientes del petróleo y sus derivados.
Lo único
cierto, es que, de acuerdo con los informes científicos, los pasos que
tomaremos en la próxima década serán cruciales en la lucha contra el cambio
climático, puesto que un aumento promedio de la temperatura global, por encima
de 1.5 grados, crearía riesgos que la economía global no está preparada para
resistir.
La inevitable
transformación digital de las estaciones de servicio
Desde antes el
COVID-19, la tipología de la estación de servicio se encuentra en un proceso inevitable
de transformación. Solo en Europa, de
acuerdo con la Comisión Europea de Energía y las asociaciones nacionales de la
industria del petróleo, en el 2016, había aproximadamente 130.000 estaciones de
servicio funcionando. A finales del
2017, esta cifra había caído a 77.000. Un
estudio del Boston Consulting Group (BCG), realizado en Julio de 2019, señaló
que el futuro de las estaciones de servicio estará determinado por tres grandes
tendencias disruptivas: El crecimiento de los combustibles alternativos (particularmente
la movilidad eléctrica), el surgimiento de nuevos modelos de movilidad, y la
evolución de las expectativas de los consumidores en torno a la conveniencia y
personalización.
El impulso de
estas tendencias proviene de una serie de nuevas y potentes tecnologías
digitales, que van desde la Inteligencia Artificial (IA), hasta robótica e
Internet de las cosas (IoT por sus siglas en ingles).
Una de las
conclusiones más contundentes de este estudio, es que para el año 2035 una gran
parte de la red de estaciones de servicio en algunos mercados podría no ser rentable,
incluso en los escenarios donde los nuevos modelos de movilidad son menos
disruptivos y las ventas de combustibles fósiles no van a disminuir
precipitadamente. Por el contrario, en
los mercados donde la movilidad eléctrica, los vehículos autónomos y los nuevos
modelos de movilidad despeguen rápidamente, hasta el 80% de la red de
estaciones de servicio tal y como está constituida actualmente no será
sostenible.
Para prevenir
el inminente declive – recomienda el estudio – los distribuidores de
combustibles y energéticos deben enfocarse en tres áreas. Primero, hay que moverse de un modelo de
negocio centrado en el vehículo a uno centrado en el cliente para capturar
nuevas oportunidades de productos y servicios.
Esto implica reinventar la experiencia del cliente y el uso de
herramientas digitales para extender la relación con el cliente más allá de las
visitas ocasionales a la estación de servicio. Segundo, las estaciones de servicio deberán
transformar su formato dependiendo de la ubicación en la que se encuentren para
satisfacer las necesidades de los clientes de la zona, e incluso, desinvertir,
en ubicaciones que no sean rentables. Y, por último, desarrollar nuevas
capacidades, como experticia en el mundo digital, y en algunos casos,
capacidades relacionadas con áreas completamente nuevas, como la logística de última
milla o el sector inmobiliario.
En esa misma
línea, un estudio realizado por la firma consultora KPMG en el año 2017,
advierte que las industria de los combustibles – incluyendo a las estaciones de
servicio – debe entender que la cadena de valor se está transformando
rápidamente, por lo que hay que dejar de pensar en la típica cadena de
distribución de combustibles, y pasar a un modelo basado en la demanda del
consumidor, en el que las estaciones de servicio se anticipen a necesidades más
diferenciadas, gracias al análisis de datos, que de hecho, podría convertirse
en una fuente interesante de información para otras compañías que desean
conocer más acerca de los patrones de consumo de las personas.
Los cimientos
de esta transformación radical ya se ven en el camino. En el año 2017, en la provincia de Hangzhou,
China, nació lo que podría ser el prototipo de la estación de servicio del
futuro, cuando el gigante del comercio electrónico en Asia, Alibaba inauguró
una EDS totalmente automatizada, que no solo les permite a los clientes
realizar pagos desde el dispositivo móvil, sino que carga el combustible a
través de un brazo robótico.
Otro gigante
del comercio electrónico, Amazon, en alianza con Exxon Mobil, anunciaron en
enero de este año, que están desarrollando una tecnología para incorporar a la
asistente virtual “Alexa” -desarrollada por Amazon - en las estaciones de
servicio, lo que le permitirá a los clientes realizar y pagar sus tanqueos a
través de comandos de voz, con lo que la operación en muchas estaciones de
servicio de esta compañía petrolera en los Estados Unidos, se convertirá en un
proceso con la mínima intervención humana posible.
Estos y otros
proyectos ya se encuentran en desarrollo en diferentes partes del mundo,
incluso antes del COVID-19, y seguramente marcarán el camino de la futura
estación de servicio, que inevitablemente, operará en un ecosistema cada vez
más digital e hiperconectado.
Aprender la
lección
Como en todos
los momentos de crisis, y especialmente en nuestro país, las poblaciones
vulnerables siempre serán las más afectadas.
Aquellos que no tienen la posibilidad de acceder a un buen sistema de
salud, que viven en áreas más propensas a la difusión de enfermedades,
trabajadores formales, informales, e independientes que perderán la posibilidad
de desempeñar su trabajo debido a la recesión económica que se avecina.
Por estas y
muchas otras razones, tenemos el deber ahora más que nunca de colaborar de
manera solidaria, no solo como gremio, sino también como el grupo de empresarios
que pertenece a uno de los sectores económicos más importantes, aportando desde
nuestras estaciones de servicio a la construcción de un país mejor, demostrando
que aprendimos la lección y que todo lo establecido puede cambiar.
El mundo ha
cambiado muchas veces, y seguirá cambiando muchas más. Todos tendremos que adaptarnos a nueva forma
de vivir, trabajar y relacionarnos con los otros y con nuestro entorno. Pero como en todo cambio, habrá algunos que
pierdan más que la mayoría.
Hemos llegado
a una bifurcación en el camino, si elegimos el camino de la desunión y la
desconfianza habrá sido la mayor victoria de esta pandemia. Por el contrario, si elegimos el camino de la
unión y la cooperación, será una victoria no solo contra el COVID-19, sino también
contra el futuro que nos espera gracias a los paradigmas y los modelos de
pensamiento que han prevalecido desde hace tantos años en nuestra actividad.
No hay un
mejor momento para iniciar una nueva era para los distribuidores de
combustibles y energéticos en Colombia, y así crear un nuevo normal mejor para
todos.
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