Estaciones de servicio hacia una nueva normalidad

 


Septiembre 30, 2020 Escrito por Johan Mejia


Articulo elaborado para la Revista Premium de FECEC.


Soy orgullosamente un distribuidor de combustibles y energéticos desde hace más de 12 años, como muchos de los lectores de esta revista, y así como a muchos de ustedes, esta emergencia sanitaria me cayó sin previo aviso como una ráfaga de locura.

Al principio no lo tomé muy en serio, y, de hecho, estaba completamente seguro de que esto sería una crisis pasajera que pasaría en cuestión de días, o a lo sumo en unas cuantas semanas.  Incluso, los primeros días llegue a tomarlo jocosamente como unas merecidas vacaciones.

Que equivocado estaba.

Con el paso de los días, comencé a seguir más de cerca el desarrollo de esta crisis que, súbitamente se convirtió en una guerra mundial contra el ‘enemigo de la humanidad´, como lo catalogó Tedros Adhanom, director de la Organización Mundial de la salud (OMS).

Es tal la magnitud de lo que estaba ocurriendo, que el presidente de Francia Emmanuel Macron les dijo a sus ciudadanos que su país estaba en guerra contra un enemigo invisible, e incluso, la canciller Angela Merkel les dijo a sus coterráneos que Alemania enfrentaba su peor desafío desde la segunda guerra mundial. 

En ese punto de la crisis, me di cuenta de que esto iba más allá de unas declaraciones desesperadas, por el contrario, era el reflejo de que probablemente habíamos alcanzado un punto de inflexión en la historia de la humanidad.

Muchas preguntas comenzaron a invadir mi cabeza ¿Qué será de mi vida, la de mi familia? ¿Qué va a pasar con mi estación de servicio, nuestros colaboradores y sus familias? ¿Cuánto va a durar esto, seis meses, un año, o más?

De repente, el miedo y la fragilidad se hicieron parte de mí, y por fin pude darme cuenta de que estaba viviendo uno de los momentos más escalofriantes, desafiantes e inciertos de mi vida.  Desesperadamente buscaba respuestas y justificaciones para volver a la normalidad lo más pronto posible, pero la interrupción de todo lo que daba por hecho, a la fuerza, me hizo entender de que esto era la puerta de entrada a una “nueva normalidad”, y que muchas cosas a partir de este punto jamás volverían a ser como antes.

¿Qué si hay alguna lección detrás de todo lo que está sucediendo? Por su supuesto, poco a poco con el pasar de los días, he ido aprendiendo que todo lo establecido puede cambiar, el poder de lo invisible y la magia de lo simple.

Este artículo es el reflejo de la búsqueda exhaustiva de respuestas a estas preguntas, esperando que sea un recurso útil, no solo para los distribuidores de combustibles y energéticos del país, sino también para cualquier persona o empresario que busque entender los desafíos y oportunidades que nos esperan.

Si, el COVID-19 llegó para quedarse e impulsará la próxima avalancha de cambios en el mundo

Las crisis, como las pandemias o las recesiones económicas, son grandes puntos de inflexión en la historia, que han cambiado la trayectoria de imperios, economías y empresas.  El brote de la peste negra en el siglo XIV, que acabó con la vida de decenas de millones de personas en Europa, Asia y África, provocó una profunda transformación de la estructura social, económica y religiosa de la época. 

La gran tasa de mortalidad y las corrientes migratorias provocadas por esta pandemia, ocasionaron una dramática caída de la mano de obra disponible en el campo, lo que según el reconocido biogeógrafo Jared Diamond, obligó a los propietarios a arrendar sus tierras o pagar salarios a los que habían sobrevivido para que las trabajaran, lo que debilitó el sistema feudal, al tiempo que las clases burguesas acumulaban más capital, y dio pie a esfuerzos tecnológicos con el fin de sustituir la fuerza de trabajo desaparecida. Esto trajo consigo nuevas tendencias, como el Renacimiento y la creación del estado moderno.

Pasando rápidamente a épocas más recientes, la pandemia del SARS durante el año 2003 contribuyó al nacimiento del comercio electrónico en China, catapultando el crecimiento exponencial de la empresa Alibaba, que hoy por hoy es la plataforma de comercio electrónico más importante de Asia. 

La crisis financiera del 2008 también produjo cambios disruptivos, ya que muchos países quedaron mermados, con economías débiles y altos índices de desempleo.  Y fue en este contexto, que en el año 2010 nace el modelo de la economía colaborativa, un modelo horizontal e innovador que continúa abarcando cada vez más ámbitos de la sociedad y de la vida cotidiana de millones de personas en el mundo, dando la oportunidad de compartir recursos subutilizados, estableciendo un entorno simple de interacción entre oferentes y demandantes a través de plataformas tecnológicas.  Allí nacieron algunos modelos de negocio muy exitosos – y polémicos - como Uber y Airbnb, entre muchos otros.

Regresando a nuestra época, cada vez está más claro que nuestra era estará definida por un cisma fundamental: El periodo AC y DC (antes y después del Coronavirus) y la nueva normalidad que surgirá en la era post COVID-19.

Un mundo en modo remoto y capitalismo digital

El coronavirus estimuló el mayor experimento de teletrabajo a escala mundial y lo implantó como una posibilidad para millones de personas.  Y no se trata solamente de esto, el cambio a “modo remoto” se está acelerando a una velocidad vertiginosa. Reuniones de amigos y familiares, y de trabajo, eventos masivos y educación se están pasando 100% en línea.

Gracias a esto, es muy probable que los individuos terminen formando una identidad digital, desarrollada mediante estas interacciones virtuales.  De hecho, el concepto de home office o teletrabajo evolucionará al de Smart Working o trabajo inteligente, que estará soportado por tres cimientos: movilidad y flexibilidad horaria, trabajo en equipo y el uso de nuevas tecnologías.

El impacto de este cambio ya se ve reflejado en Colombia que, de acuerdo con la Comisión de Regulación de Comunicaciones (CRC), ha sufrido un incremento del 38.8% en el tráfico de Internet, desde que inició la cuarentena.  Esto obedece en gran parte al aumento en el consumo de streaming de video, no solo de servicios de videos bajo demanda, sino también al uso de aplicaciones de comunicación como Skype, Meet, WhatsApp, Zoom, Webex, entre muchas otras.

En toda crisis hay ganadores y perdedores, y sin duda aplicaciones como Zoom – solo para citar un ejemplo – es una de las grandes ganadoras, y las cifras son abrumadoras, pasando de tener 10 millones de usuarios activos a finales del 2019 a superar los 200 millones a finales de marzo de este año.  Durante la expansión del coronavirus, esta compañía ha logrado una capitalización total superior a los 44 mil millones de dólares, catapultando a su principal accionista Eric Yuan a la lista de las ‘personas más ricas del mundo’ con una fortuna estimada de 5.500 millones de dólares.

Uber, por su parte, tiene un valor estimado de $68.000 millones de dólares, no solo por conectar a conductores y usuarios que buscan viajes seguros, sino porque posee el mayor conjunto de datos de oferta y demanda de transporte de personas en el mundo.

En términos económicos, esto confirma que los datos son para este siglo lo que el petróleo fue para el siglo XX: un motor de crecimiento y cambio.  El inmenso flujo de datos ha creado una nueva infraestructura, nuevos modelos de negocio, nuevos monopolios y nuevas políticas.  Esta nueva materia prima, se extrae, se refina, se valora, se compra y se vende de manera diferente. 

¡Bienvenidos al capitalismo digital!

Para las estaciones de servicio el corto plazo es fundamental, pero el foco en el mediano y largo plazo puede marcar la diferencia entre sobrevivir o no a esta nueva normalidad

Para muchos de nosotros, los eventos más impactantes a nivel mundial fueron los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y la crisis financiera del 2008.  El mundo cambió a partir de ese punto y jamás volvió a ser como antes.

No obstante, proyecciones como las del Fondo Monetario Internacional (FMI) dejan a la vista la gravedad de esta crisis.  Su directora gerente Kristalina Georgieva, el pasado 9 de abril, se atrevió a vaticinar que esta será la peor recesión desde la gran depresión de los años 30 del siglo pasado, y asegura que “esta es una crisis como ninguna otra “, recordando que hace tres meses se preveía que más de 160 países verían crecer sus economías a lo largo del 2020 y ahora, en cambio, la perspectiva es que 170 países entren en recesión durante este año.

Según este organismo, la economía global se contraerá alrededor de un 3% en 2020.  Por supuesto, que esta contracción dependerá de factores como las acciones que cada país tome para manejar la crisis del COVID-19.

Sin duda, las estaciones de servicio son uno de los sectores de la economía más afectados por esta emergencia sanitaria, debido a la reducción de la demanda de combustibles, que, según registros del Ministerio de Minas y Energía en Colombia (MME), presentó una disminución del 63% para el caso de la gasolina motor corriente y de un 52% para el Diesel, debido a la entrada en vigor del aislamiento preventivo obligatorio en el país.

Esta disminución se encuentra directamente ligada a la reducción del tráfico vehicular, que según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para el 15 de abril se había reducido en promedio 66% en Colombia, 62% en Argentina, 50% en Chile, 47% en Brasil y 45% en México; siendo mayor el impacto en las zonas urbanas, donde ciudades como Bogotá han visto una reducción del 72%, Lima 73% y Sao Paulo y Buenos Aires 63% respectivamente.

En el corto plazo, esto puede verse reflejado en un daño de proporciones catastróficas para un sector que, desde antes de la pandemia, ya viene experimentando año tras año un declive en las ventas al consumidor y perdida general de rentabilidad, consecuencia en gran parte, debido al número de estaciones de servicio que ha crecido un 20% en los últimos 9 años – acompañado de la creciente normatividad para poder operar -, no solo en Colombia, sino también a nivel mundial.

Bajo este contexto, hay que tener en cuenta que algunos de los cambios que veremos durante este periodo de tiempo serán respuestas directas para afrontar la crisis inmediata.  Sin embargo, muchos de estos cambios permanecerán y les darán forma a las empresas de todos los sectores de la economía durante las próximas décadas.

No hay que perder de vista que los patrones de consumo y movilidad se encuentran en un periodo de transición, gracias a la modificación de hábitos que están experimentando las personas durante la etapa de confinamiento.  Sumado a esto, se prevé, por lo menos inicialmente, que haya tendencia hacia el consumo racional y enfocado al ahorro, así como el crecimiento del teletrabajo, el comercio electrónico y la educación virtual, lo que traerá como consecuencia una lenta recuperación de la demanda de combustibles durante lo que resta del 2020, y probablemente más allá.

Del aislamiento al alistamiento

La ´nueva normalidad´ para muchas estaciones de servicio traerá como consecuencia obligada el cambio del paradigma de un negocio “familiar”, al de una empresa con esquemas de gobierno corporativo, planeación estratégica, buenas prácticas de innovación, indicadores de gestión, entre otros, que la lleven a otro nivel de profesionalización y especialización para garantizar su sostenibilidad en el mediano y largo plazo.  Las que no logren adaptarse a este cambio, estarán expuestas a ser absorbidas por empresas más grandes, o peor aún, salir del mercado.

Este es el mejor momento para comenzar a cambiar la mentalidad predominante en el sector. Es ahora o nunca, hay que dejar de gestionar el negocio de manera aislada, entendiendo que, la estación de servicio se encuentra inmersa dentro de un ecosistema empresarial: Cadenas productivas, clústeres, redes, gremios y cámaras de comercio en las cuales se debe apalancar, buscando generar soluciones colectivas en lugar de individuales.

Después de esto, es muy importante que se enfoque en cinco temas principales:

-        Salvaguardar la salud de sus colaboradores:  La máxima prioridad será implementar los protocolos de Bioseguridad establecidos por el Gobierno Nacional para operar de manera segura. 

Procure ser consistente en todos sus mensajes.  Entregue los mensajes con confianza, compasión y optimismo: como mantenerse a salvo, y los posibles impactos de las medidas de protección, como trabajar juntos y garantizar que todos estén enfocados en lo que es más esencial para el negocio y sus clientes.

La confianza y el optimismo de sus colaboradores estará determinada en gran medida por la rigurosidad y eficiencia con la que sean implementados los nuevos estándares de bioseguridad.

-        Brindar a sus clientes garantías de seguridad para restaurar la confianza: En la medida que la economía se vaya reactivando, y las medidas de confinamiento se vayan flexibilizando, los clientes estarán más sensibles frente a los temas de salud y entornos seguros, por lo que serán mucho más exigentes.

Comunique de manera proactiva a sus clientes sobre las medidas implementadas (sean visibles o no), mostrando la aplicación estricta de los protocolos de bioseguridad.

Asimismo, debe crear las condiciones para brindar una experiencia segura para sus clientes, como, por ejemplo: señalización con la aplicación de los protocolos, gel antibacterial en las islas de combustible, adecuación de nuevos métodos de pago sin contacto.

-        Controlar las variables claves del negocio: Tómese el tiempo para conocer los números más importantes del negocio para gestionar y medir correctamente la salud económica del mismo.  Es decir, que más allá de preocuparse por cuántos galones de combustible vende al mes, desarrolle indicadores para medir variables como la rotación de cartera, la generación de nuevos clientes, el nivel de gastos, la gestión de costos fijos y variables, para poder determinar con mayor claridad si está lejos o cerca de alcanzar el punto de equilibrio de su operación.

-        Fortalecer la caja: Lo cual implica analizar su flujo de caja diario, semanal o mensual para determinar con claridad cuánto dinero está generando y cuanto realmente ingresa al negocio, y si finalmente este ingreso es superior a los gastos de la operación.  En tiempos de crisis, es fundamental definir las prioridades en que gastar y donde invertir los recursos disponibles.

-        Liderar: Reconocer que está enfrentando una crisis es el primer paso. Es un paso difícil, especialmente cuando las cosas están cambiando a diario, o incluso cada hora.  La realidad de hoy probablemente es muy diferente a la de ayer, y muy diferente a la de la semana pasada.  Esto le exige estar informado, ser flexible, adaptable y estar dispuesto a tomar decisiones difíciles.  Eso significa, hacerse cargo de su responsabilidad como dueño del negocio y que no es delegable a ningún administrador o colaborador.

 

Pregúntese ¿Cómo le gustaría ser recordado? ¿Qué huella le gustaría dejar? Como líder, sus comportamientos se convertirán en un ejemplo para los demás. Viva este instante como lo que es: Un momento único y decisivo para usted, su familia y su organización, y una oportunidad para salir fortalecido, con vínculos renovados y una consciencia más amplia de su entorno.

Hacia una nueva normalidad

¿Cómo será este nuevo mundo para las estaciones de servicio? Nadie lo sabe con certeza, pero lo que podemos asegurar es que estamos en los albores de una nueva realidad, y a partir de este punto, seremos testigos de una dramática restructuración del orden económico y social al que estábamos acostumbrados.  En el futuro cercano, cuando la situación comience a estabilizarse, comenzarán las discusiones y los debates sobre lo que podría ser la próxima “normalidad” y como esto moldeará la vida de las personas y las empresas.

En el corto plazo, es muy probable que haya una crisis de confianza, lo que podría marcar el inicio de una nueva forma de relacionarnos con otros y con el mundo que nos rodea.  Hábitos sociales y de consumo diferentes, y más digitales, traen consigo enormes desafíos, en especial para las empresas que dependen de grandes volúmenes de gente - de manera presencial – como restaurantes, cines, teatros, centros comerciales, bares, espectáculos deportivos y culturales, e incluso estaciones de servicio.

En esta línea van las declaraciones del director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejia, quien hace pocos días reveló que, la confianza del consumidor tuvo el indicador más bajo en lo corrido del siglo XXI, pues cerro en -41% para el mes de abril.   La confianza del consumidor mide la disposición de compra de bienes y servicios, lo que quiere decir que se están posponiendo los gastos, ya sea porque los consumidores de más altos recursos han tomado la decisión de ahorrar, y los que no tienen capacidad de ahorro están viendo un deterioro en sus ingresos.

Debido a esto, el escenario de crecimiento es de -5% para la economía colombiana este año; y en el caso particular de la cadena de distribución de combustibles, esto traerá una oleada de cambios que van desde la reducción de costos al máximo, incluyendo la disminución de puestos de trabajo, y toma de decisiones con lupa en temas administrativos, legales, de expansión y nuevos mercados, lo que en muchos casos representará un viraje estratégico de 180 grados para muchos agentes de la cadena.

Reinventando el fuego

A lo anterior, hay que sumarle la crisis de los precios del petróleo en los mercados internacionales, debido a la reducción de la demanda energética por la contracción del consumo de hidrocarburos de las diferentes industrias, como consecuencia del confinamiento poblacional y el cierre temporal de múltiples empresas de diferentes sectores de la economía. Adicionalmente, la evidente sobre oferta en barriles de petróleo disponibles en el mercado, (aún después del acuerdo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo OPEP de reducción de la producción mundial de 10 millones de barriles por día para mayo y junio logrado el 10 de abril). Este panorama ocasionó que el 20 de abril se presentara un punto crítico en el precio del petróleo West Texas Intermediate (WTI), de referencia en los Estados Unidos cerrando por primera vez en su historia en -US$37 dólares por barril asociado a la liquidación de contratos de futuros de petróleo para el mes de mayo y los límites en la capacidad de almacenamiento de petróleo.

¿Qué significa esto? Solo para aclararlo con una analogía: lo ocurrido el 20 de abril equivale a una situación irreal en la que un cliente llega a una estación de servicio para llenar el tanque, y la EDS en lugar de cobrarle, le paga al cliente para que se lleve el combustible porque los tanques de almacenamiento están llenos.

¿Sera esto una señal del declive de la industria de los combustibles fósiles? Aún es prematuro afirmarlo, pero expertos del sector no creen que el precio del barril se vaya a recuperar a los niveles pre COVID-19 sino hasta junio del 2022.  Esto depende, en gran medida, de varios aspectos como: la gestión que se realice a nivel mundial frente al control de la pandemia, la reapertura económica global gradual que implica un aumento en la demanda de hidrocarburos, los nuevos recortes mundiales de producción de petróleo por día acordados que faciliten el sostenimiento del precio, y los resultados de los avances científicos que ya van en proceso para la generación de una vacuna que garantice el bienestar poblacional. En ese lapso, el precio podría estar fluctuando entre $30 y $40 dólares, lo que eventualmente implicará cambios estructurales para muchas compañías petroleras.

Así que, mientras la transición energética ya se encontraba en marcha, el COVID-19 parece haberlo acelerado. Aunque el petróleo sigue siendo esencial para la generación de energía, el transporte y sus subproductos o derivados que son utilizados para la fabricación de productos plásticos, asfaltos, combustibles, detergentes, químicos, cosméticos, entre otros; también es cierto que las energías renovables continúan aumentando cada año su participación en la generación de energía a nivel mundial.

Será fundamental entonces, construir ese nuevo futuro sobre la base de los cambios de comportamiento y las tendencias que emergerán después de esta crisis sanitaria, que abrirán la puerta a nuevas formas de relacionarse con el entorno de una manera más eco-amigable con nuestro entorno, y por ende, a la generación de energía a través de fuentes renovables como el sol, el viento, la geotermia, entre otras fuentes, y gradualmente comenzar a reemplazar todos los elementos que usamos en nuestra vida diaria provenientes del petróleo y sus derivados.

Lo único cierto, es que, de acuerdo con los informes científicos, los pasos que tomaremos en la próxima década serán cruciales en la lucha contra el cambio climático, puesto que un aumento promedio de la temperatura global, por encima de 1.5 grados, crearía riesgos que la economía global no está preparada para resistir. 

La inevitable transformación digital de las estaciones de servicio

Desde antes el COVID-19, la tipología de la estación de servicio se encuentra en un proceso inevitable de transformación.  Solo en Europa, de acuerdo con la Comisión Europea de Energía y las asociaciones nacionales de la industria del petróleo, en el 2016, había aproximadamente 130.000 estaciones de servicio funcionando.  A finales del 2017, esta cifra había caído a 77.000.  Un estudio del Boston Consulting Group (BCG), realizado en Julio de 2019, señaló que el futuro de las estaciones de servicio estará determinado por tres grandes tendencias disruptivas: El crecimiento de los combustibles alternativos (particularmente la movilidad eléctrica), el surgimiento de nuevos modelos de movilidad, y la evolución de las expectativas de los consumidores en torno a la conveniencia y personalización.

El impulso de estas tendencias proviene de una serie de nuevas y potentes tecnologías digitales, que van desde la Inteligencia Artificial (IA), hasta robótica e Internet de las cosas (IoT por sus siglas en ingles).

Una de las conclusiones más contundentes de este estudio, es que para el año 2035 una gran parte de la red de estaciones de servicio en algunos mercados podría no ser rentable, incluso en los escenarios donde los nuevos modelos de movilidad son menos disruptivos y las ventas de combustibles fósiles no van a disminuir precipitadamente.  Por el contrario, en los mercados donde la movilidad eléctrica, los vehículos autónomos y los nuevos modelos de movilidad despeguen rápidamente, hasta el 80% de la red de estaciones de servicio tal y como está constituida actualmente no será sostenible.

Para prevenir el inminente declive – recomienda el estudio – los distribuidores de combustibles y energéticos deben enfocarse en tres áreas.  Primero, hay que moverse de un modelo de negocio centrado en el vehículo a uno centrado en el cliente para capturar nuevas oportunidades de productos y servicios.  Esto implica reinventar la experiencia del cliente y el uso de herramientas digitales para extender la relación con el cliente más allá de las visitas ocasionales a la estación de servicio.  Segundo, las estaciones de servicio deberán transformar su formato dependiendo de la ubicación en la que se encuentren para satisfacer las necesidades de los clientes de la zona, e incluso, desinvertir, en ubicaciones que no sean rentables. Y, por último, desarrollar nuevas capacidades, como experticia en el mundo digital, y en algunos casos, capacidades relacionadas con áreas completamente nuevas, como la logística de última milla o el sector inmobiliario.

En esa misma línea, un estudio realizado por la firma consultora KPMG en el año 2017, advierte que las industria de los combustibles – incluyendo a las estaciones de servicio – debe entender que la cadena de valor se está transformando rápidamente, por lo que hay que dejar de pensar en la típica cadena de distribución de combustibles, y pasar a un modelo basado en la demanda del consumidor, en el que las estaciones de servicio se anticipen a necesidades más diferenciadas, gracias al análisis de datos, que de hecho, podría convertirse en una fuente interesante de información para otras compañías que desean conocer más acerca de los patrones de consumo de las personas.

Los cimientos de esta transformación radical ya se ven en el camino.  En el año 2017, en la provincia de Hangzhou, China, nació lo que podría ser el prototipo de la estación de servicio del futuro, cuando el gigante del comercio electrónico en Asia, Alibaba inauguró una EDS totalmente automatizada, que no solo les permite a los clientes realizar pagos desde el dispositivo móvil, sino que carga el combustible a través de un brazo robótico.

Otro gigante del comercio electrónico, Amazon, en alianza con Exxon Mobil, anunciaron en enero de este año, que están desarrollando una tecnología para incorporar a la asistente virtual “Alexa” -desarrollada por Amazon - en las estaciones de servicio, lo que le permitirá a los clientes realizar y pagar sus tanqueos a través de comandos de voz, con lo que la operación en muchas estaciones de servicio de esta compañía petrolera en los Estados Unidos, se convertirá en un proceso con la mínima intervención humana posible.

Estos y otros proyectos ya se encuentran en desarrollo en diferentes partes del mundo, incluso antes del COVID-19, y seguramente marcarán el camino de la futura estación de servicio, que inevitablemente, operará en un ecosistema cada vez más digital e hiperconectado.

Aprender la lección

Como en todos los momentos de crisis, y especialmente en nuestro país, las poblaciones vulnerables siempre serán las más afectadas.  Aquellos que no tienen la posibilidad de acceder a un buen sistema de salud, que viven en áreas más propensas a la difusión de enfermedades, trabajadores formales, informales, e independientes que perderán la posibilidad de desempeñar su trabajo debido a la recesión económica que se avecina.

Por estas y muchas otras razones, tenemos el deber ahora más que nunca de colaborar de manera solidaria, no solo como gremio, sino también como el grupo de empresarios que pertenece a uno de los sectores económicos más importantes, aportando desde nuestras estaciones de servicio a la construcción de un país mejor, demostrando que aprendimos la lección y que todo lo establecido puede cambiar.

El mundo ha cambiado muchas veces, y seguirá cambiando muchas más.  Todos tendremos que adaptarnos a nueva forma de vivir, trabajar y relacionarnos con los otros y con nuestro entorno.  Pero como en todo cambio, habrá algunos que pierdan más que la mayoría.

Hemos llegado a una bifurcación en el camino, si elegimos el camino de la desunión y la desconfianza habrá sido la mayor victoria de esta pandemia.  Por el contrario, si elegimos el camino de la unión y la cooperación, será una victoria no solo contra el COVID-19, sino también contra el futuro que nos espera gracias a los paradigmas y los modelos de pensamiento que han prevalecido desde hace tantos años en nuestra actividad.

No hay un mejor momento para iniciar una nueva era para los distribuidores de combustibles y energéticos en Colombia, y así crear un nuevo normal mejor para todos. 


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